En los últimos años, he tenido la oportunidad de ver cómo muchas empresas intentan mejorar la formación de sus empleados, pero siguen aplicando modelos estandarizados que no responden a las verdaderas necesidades del talento. El clásico «café para todos» ha quedado atrás. Hoy, la formación corporativa debe ser estratégica, personalizada y alineada con la visión de la compañía.

Porque la realidad es que no hay empresa sin talento. Y el talento necesita desarrollarse, evolucionar y adaptarse a un entorno que cambia a un ritmo vertiginoso. La pregunta es: ¿cómo diseñar programas de formación que realmente aporten valor?

Por Alberto Mateos, KAM GI TRAINING

1. De la intuición a la estrategia: Definir objetivos y analizar necesidades

Uno de los errores más comunes en la formación empresarial es diseñar programas sin un análisis previo de necesidades. No se trata de impartir cursos porque sí, sino de preguntarnos qué habilidades necesita realmente nuestro equipo y cómo podemos ayudar a desarrollarlas.

¿Cómo hacerlo bien?

  • Escuchar a los empleados. A través de encuestas y entrevistas, podemos conocer sus retos y aspiraciones.
  • Analizar el desempeño. Identificar brechas de habilidades y definir planes de acción específicos.
  • Utilizar herramientas estratégicas. Análisis DAFO, matrices de competencias o evaluaciones 360º nos dan información clave para estructurar un plan eficaz.

Si los programas de formación no parten de una necesidad real, su impacto será mínimo y la motivación de los empleados, nula.

 

2. Metodología: Más allá del aula tradicional

Hace años, la formación corporativa consistía en reunir a un grupo de empleados en una sala y proyectar diapositivas. Afortunadamente, hoy sabemos que este modelo no es el más efectivo. La forma en la que aprendemos ha cambiado, y con ello, las metodologías de enseñanza.

Tendencias clave en formación corporativa:

  • Blended Learning: Un mix de formación online y presencial que ofrece flexibilidad y mejor absorción del conocimiento.
  • Learning-by-Doing: Porque aprendemos mejor cuando ponemos en práctica lo que hemos visto en teoría.
  • Gamificación y microlearning: Lecciones cortas, interactivas y dinámicas que mantienen el interés y facilitan la retención de información.

El reto es claro: hacer que la formación sea una experiencia valiosa y aplicable, no solo una obligación en el calendario corporativo.

 

3. Formación alineada con la estrategia empresarial

Uno de los mayores problemas que he observado en muchas compañías es que la formación se trata como un elemento aislado, sin vinculación con los objetivos de negocio. Para que tenga sentido, debe responder a las necesidades estratégicas de la empresa.

¿Cómo lograrlo?

  • Establecer indicadores de éxito. La formación debe tener un impacto claro en KPIs como productividad, satisfacción del cliente o eficiencia operativa.
  • Evaluar resultados. Medir el progreso antes, durante y después permite ajustar estrategias y garantizar mejoras tangibles.
  • Conectar con la cultura corporativa. No solo se trata de habilidades técnicas, sino de fomentar valores como la colaboración, la innovación y el liderazgo.

En definitiva, la formación no debe verse como un gasto, sino como una inversión en el talento. Porque cuando las personas crecen, la organización crece con ellas.

Únete a nuestro programa de formación corporativa de Gi Training y te ayudamos, según las necesidades de tu empresa.

 

Formación Corporativa

 

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